Notas |
Trabajos absurdos, órdenes dementes, tareas repetitivas, humillaciones grotescas, misiones ingratas, superiores sádicos, la joven belga Amélie, de 22 años, empieza en contabilidad, luego a servir cafés, pasa a la fotocopiadora y, descendiendo los escalones de la dignidad, acaba ocupándose de los lavabos... masculinos.
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